Odriozola no es una víctima

15 12 2010

José María Odriozola debería de dimitir como presidente de la Federación Española de Atletismo tras el escándalo de la operación Galgo, que ha ensuciado por completo el nombre de este deporte. Y debería dimitir por tres razones:

Primero, porque ha permitido que se extienda por el atletismo español una red de dopaje que, no solo consumían los deportistas, sino que era usada por algunos como medio para financiarse más allá de las becas deportivas que da la propia federación.

Segundo, porque alguno de los implicados son miembros de la Federación. Incluso llegan a ser personas de la más estrecha confianza de Odriozola, tal es el caso de Marta Domínguez que, hasta el día en que se destapó todo, ocupaba el cargo de vicepresidenta (honorífica o no). Es decir, su número dos.

Y tercero, porque en la rueda de prensa posterior a la operación Galgo, demostró ser demasiado pazguato para ocupar este cargo. Odriozola afirmó, entre otras cosas, que “no sabía” que Eufemiano Fuentes, el doctor implicado también en la operación Puerto de ciclismo, “seguía todavía en contacto con el atletismo”. ¿Cómo pudo no saberlo siendo el máximo responsable? El aún presidente de la Federación tras 21 años (se dice pronto), también aseguró sentirse “engañado” y ser una “víctima” de todo el asunto.

Según la primera acepción de la RAE, “víctima” significa “persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio”. Dicho “sacrificio” institucional aún no se ha producido, dado que Odriozola todavía sigue en el cargo, de modo que no es tal “víctima”.

Odriozola pensará que cómo va a dimitir él como presidente habiendo, como hay, muchos políticos de tres al cuarto que son conocidamente corruptos y que no se despegan de sus puestos ni con aguarrás. Otros, como ya he leído por algún medio, aseguran que “porque un cura sea corrupto, no va a dimitir el Papa”. No es un cura, es media curia vaticana la que está corrompida. Por eso debe dimitir y debemos exigírselo. Igual que se lo exigimos a los políticos. Porque es el máximo responsable y las responsabilidades se cumplen hasta el final.

Pablo Machuca Lominchar